martes, 28 de noviembre de 2006

Quedarme o largarme, esa es la cuestión


Vine por un año, pero ya han pasado más de dos y aún sigo aquí. Siempre he tenido la sensación de estar de paso, pero a lo tonto ya tengo más amigos en Colonia que en mi ciudad natal y siento el piso mugriento en el que vivo más mío que la casa de mi madre, donde pasé 22 años. La paradoja de vivir en el extranjero es que, a pesar de las diferencias lingüísticas y culturales, antes de lo que te imaginas llegas a tener una vida digna (qué difícil que parecía al principio, eh?!), a sentirte a gusto y, aun así, nunca dejas de pensar en cuándo volverás al terruño. ¡Odio esa sensación! Me acompaña desde el mismo día en que llegué. Y manda narices, porque ha llovido bastante desde entonces.

Como emigrante voluntaria he pasado por distintas fases en mi relación de amor-odio con Alemania y los alemanes:

- PRIMER AÑO: A los dos meses de llegar ya sabía que quería quedarme otro año: me encantaba la ciudad, no quería cambiar la independencia y libertad que sentía aquí por nada del mundo, y at last, but not least, quería aprender alemán en condiciones -el idioma tiene tela- y hacer amigos alemanes y poder integrarme al 100% en esta cultura.

- SEGUNDO AÑO: Me empecé a dar cuenta de que la integración total era una estipidez y que, por más siglos que pasara aquí, no dejaría de ser ni sentirme extranjera. Estaba convencida de que sería el último año: el segundo invierno me rayó mucho (empecé a entender por qué los baños de luz los cubre la Seguridad Social) y los mercadillos de navidad y el carnaval -aunque apoteósico- ya no eran novedad...

- TERCER AÑO: Me planteé irme después del verano, por aquello de que ya había hecho todo lo que tenía que hacer aquí: estudiar, trabajar, salir de fiesta, ligar... (esto último sin mucho éxito, todo hay que decirlo)... En esas estaba cuando me llegó otra oferta de trabajo para un proyecto hasta noviembre. Moló quedarme y vivir la experiencia, muy interesante y unos dinerillos que nunca vienen mal.

Ahora se abre el capítulo de la OPERACIÓN RETORNO. Aunque conozco el caso de un español que lleva AÑOS diciendo que se va y sigue anclado aquí, a mí ya me están entrando ganas de volver en serio, al menos por una temporadita.... Supongo que si hubiera encontrado el trabajo de mi vida o un hombre que me susurrara "ich liebe dich" pensaría de forma distinta... Pero como no es el caso, me está entrando el gusanillo de emprender una nueva aventura y empezar de cero en esa España mía, esas España nuestra, a pesar de los mareos que me entran al comparar lo que cuestan los pisos con los sueldos de mierda que se pagan.

Volver o no volver es todo un tema. Y siempre que pienso en ello me viene a la cabeza un libro de Milan Kundera titulado "La ignorancia", en el que la protagonista, una mujer checa que vive desde hace tiempo en Francia, habla de cómo, después de tantos años en el extranjero, no se siente francesa, pero tampoco se identifica con el país en el que se crió. La idea de perder mis raíces me da pavor e, insconscientemente, creo que ésa es la razón por la que quiero regresar antes de que pierda por completo el arraigo hacia mi tierra y no me sienta ya ni de aquí, ni de allí.... Y puestos a elegir, prefiero las tapas a las salchichas. Puede que sea infantil, pero yo, al igual que mucha gente, necesito un punto de referencia en la vida.

lunes, 27 de noviembre de 2006

Jetzt geht's los!

Por fin inauguro el blog!! Tras mucho pensar en sobre qué escribir y cómo, me lanzo a la aventura sin más. Soy charra y vivo desde hace dos años en Alemania. Dos meses después de terminar la carrera me vine con una beca bajo el brazo huyendo de la asfixia que me producía ya el provincianismo caduco de Salamanca (sé que los que habéis pasado los años de carrera entre Libreros y la Tuca tendréis una imagen bastante distinta de la ciudad, pero cuando eres de allí y te quedas para estudiar, la cosa cambia, el mito se cae) y con un propósito: empezar a vivir mi vida...