lunes, 4 de diciembre de 2006

LOST IN TRANSLATION

Estoy totalmente desorientada. Vengo de pasar un fin de semana en París del que tenía que haber regresado pletórica, pero me siento vacía: no sé quién soy, ni qué quiero, ni a dónde voy. Es una situación de bloqueo total que precisa de acción inmediata. La sensación de no pertenecer a ningún lugar, de estar "lost in translation" es la señal de alarma que me dice que vuelva al punto del que partí para volver a encontrar el norte. Necesito cambiar de aires. Llevo en esta pequeña habitación demasiado tiempo: horas y horas trabajando, navegando por internet, chateando, leyendo... Mi guarida se ha convertido en cárcel. Estar aquí no me aporta ya nada. Por un lado, sé que ésta es una parada más en el camino, no me planteo echar raíces aquí, de hecho creo que ha llegado el momento de decir adiós, pero por otro, ya siento la ciudad como mía y noto que, inconscientemente, me da miedo fijar una fecha de partida y lanzarme hacia un futuro incierto. Ahora no tengo proyectos con los que ilusionarme. Es triste, pero cada vez estoy más convencida de ue las ilusiones son el motor que nos empuja hacia adelante. No nos mantiene vivos disfrutar del presente, sino pensar en el mañana. Simple pero eficaz forma de hacer más llevadero el soporífero día a día de la mayoría de nosotros. Cuando era pequeña me gustaba ponerme los tacones de mi madre (cuanto más de aguja, mejor!) y ponerme la cara como un Picasso, jugando a ser mayor; pasé todo el instituto estudiando con la ilusión de entrar en la carrera que quería; en la universidad curré lo indecible para llegar a ser brillante, sacrificando sábados locos y domingo de resaca; luego vine a Alemania soñando con llegar a hablar como Marlene Dietrich y encontrarme a mí misma.... Han pasado más de dos años desde entonces y aún no sé qué camino tomar en la vida. No me gustan las encrucijadas. Pero no puedo seguir así más, tengo que cambiar el chip y pasar a la acción: estoy sumida en la rutina y ni siquiera puedo deleitarme en mis planes, porque en estos momentos no tengo ningún proyecto de futuro definido. ¿Y si intentara una nueva vida en Madrid de una vez por todas? Podría ir en Navidades a echar CVs... ¿Pero para qué tipo de curro? Odio la vida adulta. Hay veces en que gustaría volver a la época en que cambiaba cromos al parque los domingos con mi abuelo...

2 comentarios:

Andrea dijo...

Pero esa libertad de decisión es también lo bueno de la vida adulta. Da miedo, sí, pero también te da la posibiidad de abrir mil puertas. Lauri, tu vales un montón, y vas a acabar encontrando tu lugar. Ya verás.

almarrota dijo...

si crees que los 25 han llegado pronto, vas a ver como pasa la vida de rapido tras cumplirlos, jeje... (no será la última vez que eches de menos la época de cambiar cromos en el parque ;D)

en mi pequeña opinión, creo que colonia, salvando las (enormes) distancias, se ha convertido en tu Salamanca, y que deberias volver a España, a Madrid como tú dices, y si eso tras un tiempo aqui puedes volver a irte a cualquier parte del mundo..

paz

luix