miércoles, 23 de abril de 2008

Aún respiro


Sí, no me he muerto, ni se me ha tragado la tierra ni he desahuciado este blog despidiéndome a la francesa. La desgana del invierno y el estrés de la vida en la big city me han tenido un tanto atolondrada últimamente. Ahora, con casa nueva, otro año encima y las raíces echadas para los próximos seis meses (aunque nunca se sabe), el cuerpo ya me pide volver a este vertedero cibernético. No sé si hablar del tiempo, de cine, de hombres o de tópicos, de la vida en pareja o de la caricatura humana de mi jefa. Se me ocurre todo y nada. Puede que necesite otro post para parir mis ideas de forma acompasada e indolora. De momento, unas líneas, que no es poco (para lo que acostumbraba).

miércoles, 9 de enero de 2008

Síndrome postvacacional

Siempre que voy a España y vuelvo, estoy una semana de capa caída. Aunque me haya aburrido, echado pestes de mi familia, discutido con mi abuela, madre, etc., no puedo evitar poner caras largas, a pesar de lo que me gusta esta ciudad. Esta vez encima me lo he pasado bien en Charroland, así que el trauma postvacacional se ha multiplicado por cien... No me gusta ver a tanto rubio alto por la calle, ni oír alemán, ni ir al trabajo, ni nada de nada... Estoy perdida, agotada, de mal humor sin razón aparente. Los días aquí me parecen demasiado cortos, lluviosos, grises; al menor contacto con mi cultura de origen, siento el calor y la seguridad que dan pisar con firmeza sobre la tierra que me vio nacer, la confianza de entender el humor de la gente, disfrutar del sabor del chocolate con churros o vivir la ilusión de los Reyes Magos.
Que conste que soy muy crítica con España, no soy precisamente de las del "como en España en ningún sitio". Reconozco que somos bastante cerrados culturalmente hablando, conformistas y que los sueldos son en muchos gremios una MIERDA. Sin embargo, no puedo negar que bajo esta apariencia de muñeca de porcelana late un corazón muy latino.
¡Hasta la próxima, corazones!

sábado, 8 de diciembre de 2007

Soy una osa polar

En invierno tengo la impresión de vivir en la cueva del lobo. Ahora son las cinco y cuarto de la tarde y es noche cerrada, por ejemplo. Ojalá existiera un método mágico que me hiciera hibernar como una osa todo el invierno y despertarme en carnavales. Odio el invierno en Colonia. Los alemanes se inventan historias para no aletargarse y verle el lado bueno a esta mierda de estación: mercadillos de Navidad con su vino caliente, se autoconvencen de que mola quedarse en casa frente a la tele viendo "Germany's next Top Model" arropados con una gruesa manta y bebiendo té caliente... Cada vez que alguien me dice que el invierno "tiene su aquel" se me hincha la vena del cuello... En fin, los dejo que vivan en la ignorancia.
Yo, que vengo del país de la luz y el arcoiris, lo paso fatal en invierno. Los primeros años me deprimía de verdad; ahora he pasado simplemente a dormirme por las esquinas. No me gusta desperdiar horas útiles de mi vida de esta manera, pero es que no lo puedo evitar!!! No sé si decir que soy una osa o la bella durmiente, que queda más fino y bucólico. Bueno, corto y cierro, que me vuelvo a la cama... No, es broma, voy a intentar hacer algo provechoso de lo que queda del día, que no es mucho.
Dulces sueños desde la cueva

jueves, 15 de noviembre de 2007

Eres mala

Por qué te has vuelto así de mala? Te ha tratado tan mal la vida como para que tengas esa cara de vinagre permanentemente? Me rindo. No puedo más. En la distancia, tus reproches me devoran por dentro como la carcoma y tu semblante gris perturba mis suenhos. Ni si quiera te mereces que escriba esto pensando en ti, que tenga que escribir proyectando tu imagen en mi mente para aliviar el trance, el trauma que me dejan tus palabras llenas de veneno cada vez que hablo contigo. Durante mucho tiempo he intentado excusar tu comportamiento injusto, tu frialdad letal y tu impasibilidad castigadora. Ahora me niego hacerlo. Hace dos días descubrí que el límite entre el dolor y la indiferencia es difuso. Por suerte, tras un leve tropiezo que me hizo tocar fondo, me he vuelto a levantar con intención de cruzar la frontera. Esta vez, espero que para siempre.