sábado, 20 de enero de 2007

Volver

Ya estoy en Alemania. Es una sensación rara y desconcertante despertar en un mundo y acostarte en otro, a miles de kilómetros, pero a dos horas de avión. El cuerpo viaja antes que la mente. He superado el primer día de readaptación, con más gloria que pena, todo hay que decirlo, y eso que el "recibimiento" de anoche me dejó un tanto chafada....

Yo no tenía la llave de casa y había quedado en que uno de mis compañeros me abriría la puerta, que no importaba que llegara tarde... Total, que llamo con decisión al timbre, me peleo con la maleta a lo largo de los aprox. 40 escalones que me separan del adorado primer piso de estudiantes en el que vivo, cuando, para mi sorpresa, mi querido colega Mitbewohner me había dejado la puerta abierta y se había vuelto a encerrar en su madriguera, sin un triste "hola" o "qué bien volver a verte"... Yo que iba con unas ganas de pegarle unos buenos achuchones, que hacía un mes que no lo veía y es mi favorito, que conste... Estoy segura de que ni está cabreado, ni ha pensado que su reacción me iba a sentar mal... Esto, que para mí ha sido un mayúsculo desplante, no ha tenido la menor importancia para su mente alemana. ¡Vamos bien! Un comienzo algo decepcionante que se añade al estado caótico y guarro a más no poder de mi piso... Horror, terror y pavor!! Si lo más limpio era mi cuarto, y eso que después de un mes de ausencia, casi me comen las pelusas al entrar...

Entre la decepción de la llegada y la mala noche que he pasado congelada (llevaba un mes sin ponerse la calefacción), amanecí aún desorientada y sin estar muy segura de haber acertado con mi decisión de volver. Pero después de unas horas, he rescatado mi espíritu colonés: al fin pude hablar con mis compañeros, luego me he ido a tomar unas cervecitas con mis amigos (sin prisas ni teniendo que pensar que tenía que llegar a una hora determinada a cenar, que no me esperaba nadie) y luego he vuelto a tener una amena conversación con uno de mis compañeros, el que es más viajerillo y me entiende mejor y no me trata como si fuera de otro planeta por ser extranjera, como hacen muchos otros gilipollas. Ahora me vuelvo a sentir ya con los pies en Colonia. Eso de que el cuerpo viaje antes que la mente a veces me da unos sustos...!!!

2 comentarios:

Andrea dijo...

HOLA LAURI!!
ME ALEGRO DE QUE LA TRANSICIÓN HAYA SIDO POSITIVA A PESAR DEL MAL COMIENZO. SI ES QUE EN EL FONDO TIENES EL CORAZÓN PARTÍO...
PERO QUE SEPAS, QUE AQUÍ, EN TU PATRIA, ALGUNOS PREFERIMOS TENERTE A TIRO DE PIEDRA.
BESITOS

almarrota dijo...

más y más desorientación... jaja, no te gusta la sopa? toma dos tazas!!!

de todos modos... no se si yo podria aguantar esa frialdad emocional de los anglosajones.. me parece muy fuerte el recibimiento, en serio. No me extrañan que los/las escoceses/sas se sorprendieran tanto cuando al conocerlos o al despedirme les diera dos besos. Debe ser demasiado cariño para ellos.
y no me extraña que en mis meses de escocés adoptivo casi ninguno de los amigos que hice eran de edimburgo... sobre todo me junté con españoles, franceses e italianos, más algun japonés, irlandes, australiano y suizo :)

y, me parece que para un comentario ya empiezo a desvariar... lo que hacen las madrugadas, jaja

besos, germana!!!!