lunes, 5 de febrero de 2007

Gángsters y carnaval (2ª PARTE)

Los primeros minutos transcurren entre miraditas y banales conversaciones que brindan un acercamiento sutil, pero sin revelar intenciones definidas. Él empieza a darle a la birra, y a la media hora se vuelven a encontrar en la intimidad de una multitud invisible, solos ella y él, rodeados por un halo de tensión que se puede cortar con cuchillo. En esto aparece una amiga muy francesa y muy borracha de la Caperucita, que ya estaba puesta en antecedentes de la atracción entre ambos y hace de Celestina fugaz: "¡Pero qué pasa aquí! A ti te gusta ella, a ti te gusta él, daos un beso!!!" Se miraron, sonrieron y se dieron un dulce beso con lengua... ufff! qué escalofríos sólo de recordarlo... Caperucita ya se veía con novio formal y hasta con padre de sus hijos, si me apuras, que la pobre tiene una imaginación desbordante que se monta un castillo en el aire en una décima de segundo... Pero ella no es tonta, y viendo las jugadas maestras del capo para evitarla y escabullirse entre la gente, huele el desastre. Al principio no quiere ver lo evidente y termina desconsolada llorando la humillación en el baño arropada por su mejor amiga y la novia de uno de sus compañeros de piso (no el mejor amigo del susodicho, sino el otro). ¿Qué coño le pasa a ese anormal??? Tanto tirarle los tejorros y pringarle la capa a babazos para que luego la rechace después de un mero beso. ¿Sería que no le había gustado el beso? ¿Serían paranoias de mujer? Para salir de la duda, decide ir y preguntárselo a la cara:
Caperucita: Oye, ven, que quiero hablar contigo.
(El otro cara de póker, pero le sigue cual manso corderito al pastor. Caperucita se dirige con un disimulado paso firme tambaleante a causa del vodka a su cuarto. Una vez dentro los dos cierra la puerta y le planta cara al Al Capone ése de pega.)
C: Quiero que sepas que me parece lo puto peor lo que has hecho antes, de besarme y luego qué, pirarte por ahí como si no hubiera pasado anda.
P: Pero, Caperucita, es Carnaval! Sí, nos hemos besado, y ha sido súper bonito, pero estamos aquí, de fiesta...
C: ¿Qué? Pero, ¿qué te crees? ¿que voy besando por ahí a todo el que se me cruza por delante? Sólo he tenido un novio desde que estoy aquí, de eso ya hace un montón, desde entonces no he vuelto a enrollarme con nadie, te he besado porque me gustas. Yo pensaba que también te gustaba. Hace un año en el concierto de B. (antiguo compañero nuestro de piso) me tiraste los tejos de mala manera, yo pensaba que yo te gustaba.
(Cara de más póker todavía del susodicho, empieza a mirarle a los ojos a ella con cara de flipado, como si todo le pareciera increíble).
P: Pero, yo jamás pensé que tú te ibas a fijar en mí... Yo no sabía nada, si lo hubiera sabido...
C: Pues claro, si no no te hubiera besado..
P: Pero mírate, tú eres súper simpática, inteligente, eres de Salamanca, guapa, tienes estilo... Yo soy un alemán, aburrido, no tengo dinero... (Ahora la flipada, y de qué manera, es Caperucita)
C: Si no te gusto, dilo y punto, y esta conversación se acaba... Yo pensaba que te gustaba...
P: Si no es eso, me gustas, C., es que este fin de semana he conocido a una chica...
C: Si tienes novia sal ahora mismo de aquí, yo respeto las relaciones, no me voy a meter por medio, vete!
P: No, no, no es mi novia, yo no sabía que yo te gustaba, C....
Ahora la arrincona contra el armario de la habitación, la rodea con sus brazos de oso, le muerde en el cuello (no le dejó moretón de milagro), le pasa los brazos por la espalda... De repente se retira para decirle apuntándole con el dedo índice con expresión de advertencia:
P: Soy malo, muy muy malo... (Ella no sabe si reír o llorar, qué significa esa situación, por diossss!!)
C: Bueno, qué!
P: Ay, tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo, tengo miedo...
C: Miedo de qué?!!!!
P: C., es que somos vecinos...

Para ella eso era todo un ventajón, tener al novio al lado y con apartamento para él solo, todo un chollazo. Entretanto él la vuelve a estrujar con sus brazacos de gigantón y ella siente que tendrá miedo, pero ganas no le faltan, está pero que puesto a tono, el capo.
Cuando C. ya está convencida de que el ataque de miedo del otro había sido un lapsus pasajero y ya está relamiéndose de gusto al visualizar el maratón de sexo que les aguarda, el otro salta:
P: Creo que me voy a ir a casa.
C: Pero cómo te vas a ir?
P: Sí, sí ... (con carita de niño bueno, como el que no ha roto un plato)
Caperucita no se lo podía creer, pensaba que era un farol... ¡Pues no! El tío tuvo los cojonazos de pirarse a casa a dormir la mona en soledad antes de quedarse arropado por los besos de la amorosa Caperucita-Janis... Decepción, humillación, horror! Ahí Caperucita se cagó en el que dijo que los tíos siempre tienen más ganas que las mujeres. ¡¡¡¿¿¿Pero en qué cabeza cabe una reacción así?!!! ¿¿¡Es gay o qué!?? ¿No le gustaba? ¡¡¡No!!! Peor que eso: era un puto cobarde.
Así que ahí se quedó la pobre, su ego de mujer pisoteado, aguantando las miradas compasivas de sus compañeros de piso (incluido el amigo íntimo del gángster, que no sabía dónde meterse) y sin comprender nada de esa situación absurda. Ese día se dio cuenta de una triste realidad: que las mujeres son como las manzanas, que la inmensa mayoría de los tíos prefieren coger las que están pochas que arriesgar a romperse una pierna por subir a la copa del árbol a por las más frescas y deliciosas... O, lo que es lo mismo, que muchos hombres les tienen miedo a las mujeres con cerebro y prefieren quedarse con una Barbie tonta y mona (aunque sea de plástico) a la que puedan llevar a tomar el vino los domingos y lucirlas delante de los amigos, que les limpie, se dejen follar y les haga la comida, a una con personalidad propia que sea su compañera por voluntad propia y no su esclava. ¡Qué puto mundo!
Lo peor es que después de este incidente, con el que sigo flipando, sigo acordándome con ternura y cierta nostalgia de este individuo, pienso dónde estará, qué tal le irá la vida, etc. Me hubiera gustado tanto encontrármelo casualmente por las Ramblas, ir a pasear con él, sentarme en la playa y mirar las olas en su compañía compartiendo una bonita conversación de reencuentro. Es absurdo que lo desee, pero así de estúpido es el juego del amor.

1 comentario:

almarrota dijo...

ya lo dijo el maestro...

"amor se llama el juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño."

un beso, alemana